En la primavera de 1997 nacieron en Montserrat los primeros cabritos de cabra montés (Capra pyrenaica hispanica), después de la reintroducción de la especie en el macizo a partir de ejemplares procedentes de los puertos de Tortosa-Beceite. Las cabras están perfectamente adaptadas a las zonas rocosas y su capacidad para moverse con agilidad por los pendientes más abruptos es proverbial. Los machos adultos, en las fotos 1ª, 2ª y 3ª, poseen cuernos de hasta 1 metro. En las fotos 1ª y 2ª, un par de machos luchan a cabezos por la supremacía en el rebaño. La foto 5ª corresponde a una hembra; las hembras tienen menor tamaño y cuernos mucho más cortos. En la foto 6ª vemosun par de jóvenes. Finalmente, en la foto 7ª, un montón de excrementos de cabra, más fáciles de observar aquí y allá en las partes altas de Montserrat que las propias cabras.
En el mes de noviembre, en Montserrat resuena un estruendo rítmico como martillazos de gigante: bum, bum, bum. No se trata de rocas desplomándose de las paredes, sinó del choque a cabezazos de dos grandes machos de cabra montés (Capra pyrenaica hispanica), ambos con cuernos colosales, que encaramados sobre una peña dirimen sus fuerzas y se disputan el dominio sobre las hembras. Ambos se levantan sobre las patas traseras y, con todas sus fuerzas, se asestan cabezazos mutuos con extrema violencia. Uno, dos, …decenas de cabezazos brutales, hasta que uno de los contrincantes pierde posiciones y, empujado a cabezazos y golpes de cuernos, cae. Pero el macho caído no se rinde; ha perdido un asalto, no el combate. Está algo aturdido, pero pronto se recupera y se encarama de nuevo a la roca. La disputa a cabezazos brutales seguirá hasta que uno de los dos machos cabríos rivales, humillado, exhausto o herido, acepte definitivamente su derrota.
Las cabras monteses son muy hábiles para moverse sobre la roca, aunque no infalibles. Un error de cálculo, un resbalón o el desmoronamiento de una minúscula repisa bajo su peso puede provocar una caída de consecuencias fatales. De vez en cuando, alguna cabra se despeña. En la foto 8ª, el cuerpo inerte de un macho adulto caído por un infortunado accidente o por el resultado de la pelea contra un macho rival, desde mucha altura hasta el interior de una canal.
Además de pastar las hierbas de los pequeños prados, las cabras montesas tienen una gran apetencia por el rusco (Ruscus aculeatus) de los encinares, que comen hasta dejar los tallos pelados.
[fotos Jordi Badia]
- Ver los artículos Cabres salvatges a Montserrat y La paradoxa espanyola, en catalán, de Jordi Badia.