A pesar de su aspecto monolítico, el conglomerado en Montserrat está más o menos fracturado, particularmente por grietas verticales iniciadas por distensión y profundizadas por la erosión del agua. La acción combinada del agua y del propio peso de la roca hacen progresivamente mayores las grietas hasta que, súbitamente, bloques de rocas, a veces de dimensión descomunal, se desprenden de la pared para caer arrastrando todo aquello que encuentran en su caída. Depende solo del azar que tengan que lamentarse accidentes.
Durante el episodio de lluvia torrencial del 10 de junio del 2000, distintas canales de la vertiente norte de Montserrat quedaron afectadas por desprendimientos de roca, entre ellas la emblemática canal de Sant Jeroni que sube desde Santa Cecília hasta el collado entre las cumbres de Sant Jeroni y del Moro.
El día 28 de diciembre de 2008, el desprendimiento de grandes bloques de roca, en un sector que ya los había sufrido anteriormente, obstruyó las 3 vías de acceso terrestre al monasterio, las dos carreteras y el tren cremallera. Por suerte, quedó aún el aéreo. La imagen 1ª, tomada 5 meses más tarde, muestra a la izquierda la magnitud del desprendimiento y los pasos de las carreteras arriba y del cremallera abajo ya restablecidos y protegidos con mallas metálicas frente a futuras caídas de rocas, además de los rastros de otros desprendimientos menores o anteriores.
La caída de bloques de roca graba profundas huellas en el paisaje. Por una parte quedan las franjas verticales desnudas de vegetación, dibujando el rastro de la caída de las rocas. Desde la capital comarcal, Manresa, durante años han sido visibles las cicatrices mayores que los desprendimientos desencadenados por la lluvia torrencial del 10.06.2000 dejaron en la vertiente norte de Montserrat. Por otra, las superficies recientes de roca destacan por su color rojizo. Una mirada atenta a la montaña descubre numerosas marcas rojizas del desprendimiento de láminas de roca, como si se tratara de la marca de color vivo en la pintura vieja de la pared interior de una casa tras retirar un cuadro o un póster que han permanecido allá durante años. Las marcas rojizas del corte de roca fresco -como las dos que aparecen en la imagen de la pared de Ecos, en la foto 2ª- atestiguan la frecuencia de los desprendimientos. Con los años de exposición, la roca derivará progresivamente a un tono grisáceo, más apagado.
Igual como el destino del agua de un río es circular hacia abajo, hasta el mar, en otra escala temporal muchísimo más lenta, el devenir de los monolitos y paredes de los relieves montserratinos, dondequiera que estén, es el de erosionarse progresivamente y romperse hasta quedar planos. No existen redes capaces de impedirlo.
[fotos Jordi Badia]
Ver el artículo Caiguda de roques a Montserrat (= Caída de rocas en Montserrat), en catalán, de Jordi Badia