La rúcula u oruga (Eruca vesicaria) es una hierba anual de la familia crucíferas que crece espontáneamente en laderas áridas, sembrados y márgenes de caminos, y que se cultiva en huertos, en variedades seleccionadas, para comer frescas sus hojas de gusto picante.
La rúcula alcanza cerca de medio metro de altura y completa su ciclo vital entre primavera y verano. Posee hojas grandes y pinnatipartidas en la roseta basal, y hojas progresivamente menores, con entrantes que no alcanzan el nervio central, en los tallos. Toda la planta tiene pelos híspidos o vesiculosos, en especial en los brotes, en los cálices y en los frutos. Las flores (foto 2ª) constan de un pedúnculo de unos pocos milímetros, 4 sépalos estrechos, dispuestos en empalizada y cuculados -es decir formando una bolsa en la base- y que se desprenden en la fructificación, 4 pétalos también estrechos, espatulados, de unos 2 cm de longitud, de color blanco amarillento con las venas resaltadas de violeta y dispuestos en cruz, y, en el centro de la flor, los 6 estambres de anteras amarillas alargadas y el pistilo. El fruto (foto 3ª) es una silicua que se mantiene erguida, de forma ahusada de unos 20-30 mm de longitud por 3-6 mm de anchura, terminada en una lengüeta plana y puntiaguda como una punta de lanza que ocupa un tercio de la longitud total de la silicua. En el interior de la silicua se encuentran 2 hileras de pequeñas semillas esféricas.
La rúcula es una planta apreciada por su contenido alto en vitamina C, y por su gusto particular, entre picante y amargo, similar al de la mostaza (Sinapsis alba). Se aprovechan sus hojas tiernas que se comen mezcladas en ensalada o aportan un toque de sabor en platos de cocina moderna, y las semillas que se deben recoger con la silicua aún verde, antes de que se abra. El uso de la rúcula en la cocina catalana es reciente, importado de Italia y Francia.
La rúcula no aparece en la Flora del Bages de Pius Font i Quer, publicada en el año 1914. No obstante, en las últimas décadas empieza a observarse la rúcula en la Cataluña Central. Con las prevenciones de las variabilidades temporal y geográfica de las poblaciones de las plantas anuales y aún más de aquellas cultivadas, todo apunta a que la rúcula se ha expandido espontáneamente desde las tierras de poniente hacia la Cataluña Central en un proceso que parece responder a un incremento de la aridez.
[fotos Jaume Illa (1ª y 2ª) y Jordi Badia (3ª)]