La belladona (Atropa belladonna) es una hierba muy grande y, en especial, muy venenosa, mortal. Pertenece a la familia solanáceas, conocida tanto por sus numerosas especies cultivadas en la huerta -la patatera, la tomatera, el tabaco, el pimiento o la berenjena- como por la capacidad de muchas plantas solanáceas de sintetizar alcaloides tóxicos.
La belladona tiene las hojas ovadas, dispuestas en curiosas parejas con una hoja grande y otra pequeña. La flor es de forma campanulada, grande y péndula. El fruto es una baya de color negro brillante cuando está madura.
Los alcaloides principales de la belladona son la atropina, la escopolamina y la hiosciamina, químicamente muy parecidos. La planta por entero es tóxica, pero es en la raíz y en el fruto donde se acumula más cantidad de alcaloides. La belladona tiene efecto narcótico, paraliza los músculos involuntarios, dilata la pupila y aumenta la frecuencia cardíaca. A pesar de ser una planta de alto riesgo, en medicina popular se había utilizado en emplastos para aliviar inflamaciones y como estupefaente. La atropina extraída de la raíz de belladona es un principio activo farmacológico muy potente. Entre sus aplicaciones actuales destaca el uso, a dosis pequeñísima, para mantener la pupila del ojo dilatada y así permitir el examen o la cirugía ocular. El nombre de belladona, ampliamente difundido en lenguas diversas, provendría de la cara bella de las mujeras con las pupilas muy abiertas después de la ingestión de belladona.
La belladona vive en claros de bosques húmedos. En la comarca de Bages la conocemos sólo de Montserrat, en donde se ha vuelto frecuente después de las numerosas perturbaciones acaecidas en la vegetación del macizo: los incendios de los años 1986 y 1994, la caída de grandes bloques de roca y los desprendimientos desencadenados por la lluvia torrencial de junio del 2000, las nevadas de los años 2001 y 2006 y las sequías de los años 1994, 2003 y 2005 que han afectado la cubierta arbórea.
[fotos Jordi Badia]