Raspasayo

Picris echioides

El raspasayo (Picris echioides) es una hierba de la familia Compuestas, anual o que aguanta unos pocos años y que, en verano cuando florece y fructifica, alcanza un metro de altura y un volumen considerable gracias a su ramificación abundante y enmarañada. Se trata de una hierba totalmente híspida, intratable, erizada por todas partes de pelos más punzantes que ásperos. Sus hojas son simples, con limbo oblongo o lanceolado, algo dentadas en el margen, las basales grandes y atenuadas hacia el pecíolo, las caulinares menores y amplexicaulas. Saca numerosos capítulos sobre pedúnculos cortos, de flores liguladas, amarillas con un matiz naranja en la cara externa. El receptáculo de estos capítulos tiene un segundo involucro externo formado por 4-5 brácteas ampliamente triangulares que cubren el involucro interno de brácteas estrechas y más numerosas. Este segundo invólucro identifica al raspasayo entre las numerosas especies de Compuestas con capítulos de flores liguladas amarillas. El fruto es un aquenio de unos 5 mm de longitud con un apéndice arriba de la misma longitud y culminado con un vilano plumoso que le permite viajar por el aire como en un paracaídas.

El raspasayo prospera en los campos con suelo húmedo y nitrogenado, a menudo cerca de cursos de agua. Está bien distribuida en la comarca de Bages, aunque no suele ser dominante en los cardizales.

Al tratarse de una planta punzante, intocable, actualmente se considerará una mala hierba. Pero el hecho de que tenga nombre popular tanto en español –raspasayo- como en catalán –arpell– invita a pensar que en algún tiempo mereció más atención. Según informa Pío Font y Quer en su Dioscórides renovado, el raspasayo se había utilizado en cocciones para combatir la diarrea.

[fotos Jordi Badia]