Cerca del arroyo de La Gavarresa, en el término de Avinyó, en una pequeña torrentera que desciende de la vertiente este de Fucimanya, súbitamente brota agua salada. Aquí nace, inesperado, el torrente Salado de Avinyó o de L’Abadal, con un agua con una concentración de 23.000 mg de cloruros por litro, tan salada como la de mar. Tras esta aportación, la salinidad del arroyo queda en un valor medio de 15.000 mg Cl/L.
Un juncal halófilo de Juncus maritimus y una alga verde del género Cladophora crecen en estas aguas. Bacterias del género Gallionella, que obtienen su energía de la oxidación del hierro reducido que contiene el agua salada, depositan óxido de hierro con su color característico. Indudablemente la sal proviene de la formación geológica Cardona que se encuentra en el subsuelo, cuyas capas más altas están constituidas precisamente por cloruro de sodio.
La ausencia de potasio en el torrente Salado de Avinyó diferencia su origen natural, geológico, en contraposición a las numerosas filtraciones de aguas saladas originadas en la minería de potasa y en sus escombreras que sí contienen el ión potasio.
[fotos Jordi Badia]
- Ver el escarabajo tigre (Cephalota maura ssp maura) que vive en entornos salobres y que en junio de 2013 fue localizado en los alrededores del arroyo Salado de Avinyó.