En los bosques quemados del Bages la regeneración del pino negral (Pinus nigra ssp. salzmannii), que tan sólo es posible a partir de semillas, es, en general, escasa. Tan sólo es importante en las zonas que están cerca de pinos que sobrevivieron al fuego. Esto es así porque cuando se suelen producir los incendios forestales no hay piñones de pino negral viables en el bosque, y porque la dispersión de estos piñones mediante el viento no suele alcanzar más allá de los 100 metros. La foto, obtenida cerca de Goberna en lo alto de la sierra de Castelltallat (altitud máxima 922 m), muestra una densa población de pinos negrales pequeños nacidos en la zona quemada en el año 1998 a partir de piñones liberados por los árboles supervivientes del fondo, que todavía tienen la corteza ennegrecida a consecuencia del paso de las llamas.
Los pinos negrales grandes tienen la corteza gruesa y a menudo se empiezan a ramificar desde muy arriba. Estas dos características favorecen que algunos individuos como los de la foto sobrevivan al paso de las llamas porque el fuego les pasa por debajo sin llegar a dañar ni las partes vivas del tronco, que quedan protegidas por la corteza, ni las ramas con hojas, que quedan lejos de las temperaturas letales. Esta estrategia de los pinos negrales para sobrevivir a los incendios es, a una escala más pequeña, la misma que tienen las famosas secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum) de las montañas del suroeste de los EE.UU.. En los bosques de los parques naturales donde viven estas secuoyas, la administración, con el objetivo de conservarlas, provoca incendios para disminuir la competencia de los demás árboles y favorecer la germinación de sus semillas.
[foto Florenci Vallès]