Hasta mediados del siglo XX, el paisaje más extendido en la comarca de Bages, salvo en el regadío alrededor de Manresa y cerca de ríos y arroyos, fue el de los cultivos de secano entre márgenes sostenidos por paredes de piedra. Aquí y allá las barracas construidas con la misma piedra humanizan aún más este paisaje ordenado. Las parcelas cultivadas en secano van desde campos extensos en el Pla de Bages hasta estrechos bancales en las vertientes más empinadas que, vistas por abajo, muestran inacabables paredes de piedra levantadas con santa paciencia, artesanía y constancia.
El cultivo más habitual en el secano, en especial hasta la llegada de la plaga de la filoxera en 1898, fue el de la vid; aunque se cultivó y se sigue cultivando, además de la vid, almendros y, en la mitad sur de la comarca, olivos.
El paisaje extensivo de secano, tal como fue conocido por los abuelos de nuestros abuelos, ya no domina en la comarca de Bages; la mayoría de su anterior territorio está actualmente ocupado por bosques jóvenes, por la urbanización o por campos extensos de cereales cultivados con maquinaria agrícola. Aunque de él quedan numerosos fragmentos, como en la imagen obtenida en El Pont de Vilomara donde se distinguen el viñedo en primer término, un olivo y unos bancales con almendros en el fondo.
Para resaltar el valor del paisaje de secano, el Consorcio del Bages para la gestión de residuos ha instaurado, alrededor de sus instalaciones de vertedero y de compostaje de materia orgánica en El Malbalç (Manresa), el Parque del Secano con rutas señalizadas para su interpretación.
[foto Florenci Vallès]