La cueva del Toll (Moià) se encuentra en el estrato de caliza nodulosa del Eoceno marino, abierta por el curso de agua que origina el torrente Mal, uno de los que conforman la cabecera del arroyo de Calders. Posteriormente el propio curso de agua rellenó la cavidad con sedimentos, especialmente la galería sur, más ancha, cuya entrada además quedó clausurada por un desprendimiento hace unos miles de años.
Actualmente el caudal del curso subterráneo es menor y suele circular únicamente por galerías inferiores, no por la galería sur. Con sus 1148 m de recorrido total, la cueva del Toll es la de mayor longitud en la comarca de Bages. La foto muestra la entrada oeste, denominada la Mina o la Balma del Toll, la que hizo posible en el año 1952 el descubrimiento de la riqueza paleontológica y arqueológica que la cueva del Toll guardaba. Esta boca continúa en una larga galería de pasos estrechos hasta desembocar en salas interiores amplias. En el interior se encontró una gran olla de cerámica neolítica, demasiado grande como para pasar a través de la estrecha galería. De aquí se dedujo que la cueva del Toll debía haber sido habitada en tiempos prehistóricos y que debía tener otra entrada mayor, muy probablemente colapsada.
Este descubrimiento impulsó una muy laboriosa excavación de la galería sur, más ancha, desde el interior hasta salir a la luz. Al quedar clausurada hace unos miles de años, la galería sur de la cueva del Toll conservaba intactos los restos de animales y personas que allá habían vivido. El conjunto de las cuevas del Toll (cueva del Toll, cueva de Les Toixoneres y Balma del Gai) es notabilísmo por los numerosos y valiosos restos de fauna del Cuaternario, desde la glaciación del Würm I (100.000 años atrás) hasta hoy, y por sus restos arqueológicos obtenidos las sucesivas campañas de excavación. Se han identificado, por ahora, 35 especies de mamíferos, entre las cuales el león de las cavernas (Panthera spelaea), el bisonte (Bison priscus), el toro salvaje (Bos primigenius), el caballo (Equus caballus), el ciervo (Cervus elaphus), el oso de las cavernas (Ursus spelaeus) y el rinoceronte de Merck (Stephanorhinus mercki), cuando queda aún mucho sedimento por excavar.
La mayoría de estas especies están actualmente extinguidas, por lo menos en Europa o en estado salvaje. El estudio paleontológico de los restos óseos encontrados en las cuevas del Toll y de Les Toixoneres ha permitido reconstruir la rica fauna que poblaba Europa hace un centenar de miles de años. Los descubrimientos arqueológicos incluyen restos óseos y utensilios correspondientes al Paleolítico medio, los más antiguos de los cuales datan de unos 50.000 años, y especialmente al Neolítico.
La cueva del Toll está parcialmente abierta al público en visita guiada. Las piezas excavadas del complejo de las cuevas del Toll se encuentran expuestas e interpretadas en el Museo Arqueológico y Paleontológico de Moià.
[foto Jordi Badia]