Estalactitas en forma de macarrón

Las formas originadas por el depósito de minerales en las paredes de las cuevas se denominan en conjunto espeleotemas. Entre ellos, las estalactitas que cuelgan del techo son los más característicos. Y entre las estalactitas, el tipo conocido generalmente con el nombre expresivo de macarrón -aunque este significado no está por ahora contemplado por la Real Academia de la Lengua Española- debe ser el más bello.

Los macarrones son estalactitas en forma de tubo largo y estrecho de unos 8 mm de diámetro, fistuloso, cilíndrico y vertical. Las paredes de los macarrones son finas y delicadas, y por tanto frágiles. Los macarrones se originan en el techo de cuevas y abrigos que mantengan un ambiente completamente tranquilo, sin el más mínimo soplo de aire, por el goteo muy lento y constante de agua cargada de bicarbonato cálcico al haberse filtrado a través de la roca. El agua circula por el interior del tubo y, al quedar la gota suspendida en la punta, pierde CO2 por evaporación a la vez que deposita carbonato cálcico. Con el paso de los años, los decenios y los siglos, se forman los largos macarrones de carbonato cálcico cristalizado en los minerales calcita y aragonito.

Los abrigos con techo de roca arenisca o caliza, formados en vertientes pronunciadas por la acción erosiva de un pequeño arroyo que en temporada lluviosa salta por delante, reúnen a veces condiciones favorables para la génesis de macarrones. Tocar tan solo uno de estos macarrones y alterar su goteo parsimonioso es un atentado contra la belleza geológica.

Aparte de los macarrones de carbonato cálcico, los más comunes, pueden formarse también macarrones de otros minerales más solubles que no requieran tanto tiempo. Son los casos de los macarrones de yeso (sulfato cálcico hidratado), de halita (cloruro sódico) -ver los macarrones en La Minilla, en la montaña de Sal de Cardona– y los de hexahidrita o epsomita (sulfato de magnesio hidratado) como los que se pueden observar en el techo del refugio antiaéreo de los tiempos de la guerra incivil, situado en el grupo escolar Renaixença, en Manresa.

Las imágenes muestran los macarrones de carbonato cálcico en el techo de arenisca del abrigo de La Sala, cerca de Sant Cugat del Racó (Navàs).

[fotos Jordi Badia]