El ajo campestre (Allium oleraceum) es inconfundible por su inflorescencia que nace protegida por un par de largas brácteas, de consistencia papirácea, que la cubren como la capucha de un nazareno de Semana Santa. Les brácteas se abren mostrando una inflorescencia de aspecto desordenado, con numerosos bulbillos y unas pocas. Los bulbillos son sésiles, del color de la carne y vivíparos; lógicamente no dan frutos, sino plántulas que germinan directamente del bulbillo. Las flores auténticas, a veces inexistentes, poseen un pedicelo largo, tépalos de color verde rojizo o pardusco y estambres sin las dos prolongaciones laterales que otras especies de ajo sí tienen. En el revoltijo de filamentos de la inflorescencia, hay que distinguir entre las dos brácteas que se prolongan en un largo apéndice, las nuevas plántulas que crecen de los bulbillos y los pedicelos florales.
El ajo campestre florece en verano, en los prados. Es una especie de distribución europea que, en Cataluña, no rehúye la montaña.