El aro (Arum italicum) es el único representante autóctono en la flora del Bages de la extensa familia de las aráceas, a la que pertenecen las plantas tropicales de inflorescencia en espádice y hojas grandes tan empleadas como plantas de interior y, en el caso de los lirios de agua, en las orillas de estanques artificiales. Nuestro aro vive en suelos profundos de los bosques de ribera, en bordes de acequias y en las zanjas más húmedas.
En otoño aparecen las hojas del aro, sagitadas y relucientes (foto 1ª), a menudo con manchas blancas. En la primavera siguiente aparecerá la inflorescencia, un espádice de color blanco amarillento que atrae los insectos (fotos 2ª, 3ª y 4ª). En verano, cuando las hojas ya se habrán secado, la inflorescencia dará lugar a un glomérulo de bayas rojas tóxicas para los humanos, aunque muy vistosas (fotos 5ª y 6ª).
[fotos Jordi Badia (1ª y 6ª), Marta Queralt López Salvans (3ª) y y Florenci Vallès (2ª, 4ª y 5ª)]