La barbuda o matacandil (Coprinus comatus) es una seta que aparece en los prados, en los caminos que atraviesan el bosque y en las tierras removidas. Pertenece al género de los coprinos, aunque no suele crecer directamente sobre el estiércol, sino en tierras abonadas.
Es una seta grande, muy aparente, que a menudo sale en grupo. Su sombrero es cilíndrico de unos 10-15 cm de altura, con su superficie cubierta de escamas blancas u ocres, como flequillos o mechas de cabello, de donde proviene su nombre popular barbuda. El sombrero cerrado casi toca al suelo en los ejemplares más jóvenes, pero el pié cilíndrico, de unos 2 cm de diámetro, seguirá creciendo hasta un máximo de 25 cm en los individuos más desarrollados. Este pié es blanco y liso y lleva consigo un anillo también blanco a media altura. Las láminas son finas y estrechas, inicialmente blancas pero con el tiempo pasan a color salmón y más tarde se licúan en una tinta negra donde se mezclan las esporas. En este estadio final, el sombrero se abre tomando forma cónica o de campana, ya que el margen se enrolla mientras va deshaciéndose. Los ejemplares jóvenes de barbuda son comestibles, de una calidad similar a la del apagador o parasol (Macrolepiota procera). Igualmente, se consume solo el sombrero de la barbuda, que se separa fácilmente del pié. Aunque el consumo de esta seta tiene poca tradición porqué una vez recolectada no se mantiene. En pocas horas sus láminas se oscurecen y con más tiempo acabarían por deshacerse en una tinta viscosa; en definitiva la barbuda arrancada se estropea. Existe la opción de comerlo de inmediato, fresco, pero no las de guardarlo o comercializarlo.