

El cardo corredor (Eryngium campestre) es una hierba perenne con una morfología punzante inconfundible, más cercana a la de los cardos de la familia Compuestas que a la de las Umbelíferas típicas, la familia a la cual pertenece.
El cardo corredor tiene una raíz de 1 cm de grosor, larga y profunda, de la que salen brotes nuevos cada temporada. En primavera aparecen las hojas basales que, cuando están plenamente desarrolladas, tienen el peciolo largo y ancho, el limbo una o dos veces pinnatipartido, el raquis alado y el margen compuesto de lóbulos espinosos irregulares, poco vulnerantes. Estas hojas son rígidas, glabras, de un verde blanquecino y con nervios anchos, blancos y muy difusos. En verano se forman los tallos de unos 50 cm de altura, ramificados sólo en la parte superior, blanquecinos y con hojas caulinares parecidas a las basales aunque más pequeñas y sésiles. Los tallos quedan rematados por glomérulos florales esféricos u ovoides de unos 15 mm de diámetro que en la base poseen 4-8 brácteas, como hojas simples con espinas algo más potentes, dispuestas en estrella. No es evidente que esta inflorescencia en glomérulo pertenezca a una umbelífera. Cada flor consta de un cáliz con 5 sépalos rígidos, agudos y punzantes, 5 pétalos blancos, cortos y escotados, 5 estambres y 2 ovarios ínferos que se convertirán en los dos mericarpios del fruto. El fruto queda cubierto de escamas pardas y coronado por el cáliz.
En otoño, la parte aérea de la planta se seca hasta quedar de un tono marrón grisáceo apagado. El viento rompe la planta seca y la arrastra dispersando las semillas, a lo que se refiere su nombre popular de cardo corredor.
El cardo corredor es una planta muy común en los prados de lastón y en los pastos de las comarcas centrales de Cataluña.
[fotos Florenci Vallès]