La carlina (Carlina acanthifolia ssp. cynara [= Carlina cynara]) es una hierba bienal de la familia compuestas, muy característica por carecer de tallo y formar solo una roseta a ras de suelo de hojas largas recortadas en lóbulos punzantes, dispuestas en estrella radiada alrededor de un magnífico capítulo de unos 10 cm de diámetro. A la elegancia de estas hojas se refiere el adjetivo acanthifolia, o sea parecidas a las hojas de acanto que decoran los capiteles clásicos griegos de estilo corintio. Antes de su apertura, el capítulo tiene forma de piña o alcachofa –a lo que alude el nombre cynara– protegida por la cara externa espinosa de las brácteas inferiores; pero una vez abierto queda plano mostrando la cara interna de las brácteas superiores, como lígulas lanceoladas o con algún lóbulo estrecho e irregular, doradas y extendidas, formando un sol radiante.
La planta se mantiene seca durante mucho tiempo. Por esta razón, y por la belleza de su simetría radiada, tradicionalmente se cuelga como elemento de decoración y bienvenida en la puerta del salón o de entrada en las casas de campo. Además la carlina funciona como higrómetro, se cierra sobre sí misma en tiempo húmedo y se abre completamente en tiempo seco.
La carlina es propia de prados de los pisos montano y subalpino. En la comarca de Bages se encuentra solamente en la franja oriental, en la parte nororiental actualmente segregada en el Moianès y, más escasa, en el PN de Sant Llorenç del Munt i serra de l’Obac. En cambio es una planta común en los prados montanos de la comarca vecina de Berguedà.
La carlina se confunde a menudo con la carlina angélica (Carlina acaulis) que se diferencia por tener un pedúnculo corto bajo el capítulo –en contradicción flagrante con su adjetivo específico acaulis-, por las brácteas en forma de lígula argentadas en vez de doradas y por sus hojas más espinosas. Carlina acaulis vive en prados a mayor altitud; no consta en la flora de la comarca de Bages.