El collejón (Moricandia arvensis subsp. arvensis) es una mata de la familia crucíferas que crece durante unos pocos años hasta cerca de un metro de altura. No pasa desapercibida al proliferar en lugares áridos donde la vegetación escasea, a menudo humanizados y alterados, y al florecer a lo largo de casi todo el año.
El collejón se ramifica desde la base en ramas largas, poco orientadas y terminadas en inflorescencia. Las hojas son sésiles, glaucas y gruesas, de 6 cm de longitud como máximo. Tiene dos modelos de hojas según el contorno del limbo, con toda la gradación entre ellos. Las hojas de la base poseen contorno obovado –más anchas en la mitad distal que en la mitad basal- con el extremo redondeado, la base atenuada y el margen sinuoso o crenado. En cambio, las hojas de los tallos son ovadas –más anchas en la mitad basal que en la distal-, amplexicaules –la base del limbo sobrepasa el tallo-, en forma de corazón y con el margen más liso. La nerviación es ancha y muy visible en blanco, a pesar de no estar resaltada en absoluto.
Las flores poseen 2 de sus 4 sépalos cuculados –es decir, con una pequeña gibosidad en la base- y 4 pétalos de unos 2 cm de color rosa violáceo más intenso en la nerviación. El fruto es una silicua de unos 5 cm de longitud con las semillas biseriadas.
El collejón es una planta prolífica, con capacidad colonizadora; la foto 3ª muestra un plantón. A pesar de su epíteto específico arvensis, el collejón se encuentra en márgenes de caminos y en vertientes soleadas, más que en campos de cultivo.
En Cataluña, el collejón abunda en las tierras al norte del Ebro y, en el País Valenciano, en las de Alicante. También se distribuye en el inmenso desierto del Sáhara. El collejón no está citado en la flora de la comarca de Bages de Pius Font i Quer, ni su presencia en esta comarca había sido detectada hasta que, en 2016, fue observado en poblaciones en tres localidades de condiciones similares: sobre la escombrera salina de Vilafruns (Balsareny) restaurada en el año 2011 en donde no fue plantado, en la vertiente sur del talud de la nueva vía de los FGC en Les Torres (Sant Joan de Vilatorrada) y en el talud de la carretera C-55 en la entrada a Callús, en el lugar conocido como rotonda de cal Magre. El collejón, además de embellecer los taludes y la restauración de Vilafruns, contribuye muy positivamente a la estabilización y al enriquecimiento de la tierra en estos lugares removidos. ¡Excelente, ni hecho a posta!
La imagen 4ª muestra la expansión conseguida en marzo de 2020 por el collejón en la solana de la escombrera restaurada de Vilafruns.
[fotos Jordi Badia (1ª, 2ª y 3ª) y Florenci Vallès (4ª)]
- Ver La restauració del runam de Vilafruns, en catalán, de Jordi Badia