El falo hediondo (Phallus impudicus) es una seta perturbadora por su aspecto obsceno y olor nauseabundo. Cuando es joven es un huevo blanco de consistencia gelatinosa, protegido por una fina membrana, el exoperidio. En su interior se desarrolla una gleba en forma cónica, de bellota o de dedal, de un verde oliváceo oscuro, casi negro, que lleva las esporas en su superficie. Al crecer el huevo se rompe por la presión de un pie cilíndrico, grueso, esponjoso y blanco que levanta la gleba. La imagen de la seta adulta es exactamente la que describe su nombre científico, más los restos del huevo rasgado en la base. La gleba posee superficie brillante y viscosa, y desprende un olor intenso a carne podrida. Aunque sobre gustos no hay disputas; el olor y aspecto de podredumbre atraen las moscas que comen esta gleba a pedacitos. Las esporas del falo hediondo serán dispersadas por los excrementos de las moscas, en vez de por el viento como en la mayoría de setas. La gleba carcomida por las moscas quedará con agujeros, como si de una colmenilla se tratara.
El falo hediondo aparece en los suelos ricos de los bosques planifolios, de los prados y de los parques, aquí y allá sin ser frecuente ni abundante en ninguna parte. Lo hemos encontrado en los encinares del macizo de Montserrat.
El antiguo grupo de los gasteromicetes, el de las setas cerradas en forma globular que incluía el falo hediondo, ha perdido actualmente valor sistemático.
Celdoni Fonoll le dedica los versos siguientes, en catalán:
Dret fal·lus pudent
que en tot bosc t’embosques,
se’t foten les mosques
ben a cremadent,
perds el gland, i t’osques,
et buides, t’esclosques,
i, fal·lus, bon vent!
Celdoni Fonoll. Fascinants bolets. Barcelona: Mina, 2006.
[fotos Lloll Bertran]