La filipéndula o reina de los prados (Filipendula vulgaris) es una hierba perenne de la familia rosáceas, propia de los prados fértiles y de los claros del robledal. Tiene una roseta basal de hojas grandes, pinnadas, de forma runcinada con numerosos folíolos desiguales, irregularmente recortados y con el raquis alado entre ellos. Los tallos crecen hasta más de medio metro de altura. Son gráciles, poco ramificados y poco hojosos, con hojas solo en los puntos de ramificación y aún estas hojas caulinares son mucho menores que las basales. Los tallos culminan en una espectacular panícula corimbiforme de flores blancas y luminosas o rosadas si aún están por abrir. Las flores constan de 5 sépalos verdes, 5 o 6 pétalos blancos, libres e intercalados con los sépalos, numerosos estambres y un verticilo de carpelos en el centro. Cada carpelo se transformará en una pequeña cápsula o aquenio alargado, de color verde, con una única semilla en su interior (fotos 7ª y 8ª). La raíz acumula sustancias de reserva en tramos engrosados.
La filipéndula florece en mayo en la comarca. En la comarca es poco frecuente. Las infusiones de las flores de filipéndula, así como sus raíces engrosadas obtenidas a finales de verano o en otoño, tienen tradición de uso medicinal para combatir el reumatismo y como diurético.