La menta silvestre, de caballo o menta de hojas grandes (Mentha longifolia [= M. sylvestris]) es una hierba perenne que llega al metro de altura, con hojas y tallos de color verde grisáceo debido a su pilosidad y que con el roce desprenden el característico olor a menta. Vive en juncales y suelos húmedos de los bordes de arroyos y acequias.
La menta silvestre tiene tallos de sección cuadrangular y hojas opuestas, sésiles y de limbo lanceolado o elíptico de unos 5-9 cm de longitud por 2-4 cm de ancho, con el margen dentado y el ápice agudo. En verano, la menta silvestre forma en el extremo de los tallos vistosas inflorescencias que alcanzan 8-10 cm de longitud, constituidas por verticilos florales apretados. Las flores son labiadas, con cáliz piloso normalmente de color granate y corola violácea con lóbulos poco desiguales, de la que asoman los 4 estambres y el estilo.
La densidad de pelos en las hojas y los tallos es variable, con individuos de color homogéneo claro y otros con hojas discolores, verdes en el haz y blancas en el envés donde el recubrimiento de pelos es siempre muy denso.
La menta silvestre es una de las especies de menta que se utiliza para aromatizar, aunque no es la más popular.
En los juncales y herbazales húmedos, junto a la menta silvestre pueden encontrarse la menta de burro o mentastro (M. suaveolens) y la menta acuática (M. aquatica).
[fotos Jordi Badia]