La parietaria (Parietaria officinalis subsp. judaica [= P. judaica]) es una hierba perenne de la familia urticáceas, muy común en la base de los muros viejos y entre sus piedras, en lugares humanizados o frecuentados por otros animales. La planta posee pelos largos que atrapan polvo y suciedad. Sus tallos destacan por el color rojizo. Las hojas se disponen esparcidas; son pecioladas, con limbo ovoide de unos 3×2 cm con la base y la punta agudas, de un verde brillante en el anverso y mate en el reverso, y con nervios largos, curvos y hundidos. Al tratarse de una planta polinizada por el viento, sus flores son simples y nada vistosas. Se agrupan en glomérulos en las axilas entre el tallo y los pecíolos de las hojas superiores; las flores del centro del glomérulo son femeninas mientras que las del exterior son hermafroditas o masculinas, aunque hay que observarlas bajo una lupa. El fruto es una pequeña núcula negra que se pega en la ropa o en los pelos para ser dispersada involuntariamente por hombres y animales.
Afortunadamente la parietaria no es urticante como la ortiga. Una vez limpia es comestible como verdura y se había utilizado ampliamente como diurética y vulneraria, aunque ha caído en total desuso. Se sabe actualmente que el polen de la parietaria causa alergias graves a personas sensibles o asmáticas. Por este motivo, por ser una planta poco agraciada y por crecer en tierras regadas con orines, la parietaria está mal considerada y su presencia denota los lugares descuidados.
En la imagen 6ª, la parietaria crece a placer en el muro oeste del recinto del convento de Santa Clara, en Manresa, cerca de la casa de La Culla donde está instalado el captador de polen atmosférico cuyos datos motivan los avisos de riesgo de alergia y junto al Hospital General donde son tratados los afectados por crisis asmáticas.