La viña virgen (Parthenocissus quinquefolia) es una liana emparentada con la vid, originaria de Norteamérica, plantada como ornamental y que se encuentra también naturalizada en ambientes moderadamente húmedos comportándose como la hiedra.
La viña virgen posee hojas palmaticompuestas, caducas y muy elegantes. Constan de 5 folíolos elípticos de hasta 10 cm de longitud, mayores cuanto más al centro, con la punta aguda y el margen dentado. Los folíolos nacen de un punto común, pero la hoja dispone de un pecíolo largo y rígido que alcanza los 20 cm. A principios de otoño la viña virgen tiene sus días de gloria cuando se ilumina de un rojo vivo o granate intenso. Con la llegada de los primeros fríos, caen los folíolos quedando los pecíolos desnudos y enrojecidos que dan a la viña virgen el aspecto curioso de un cepillo; más tarde caen también los pecíolos dejando durante el invierno solo las ramas leñosas aferradas a la pared.
La viña virgen forma zarcillos cortos con haustorios que se adhieren firmemente al soporte. De esta manera, la viña virgen se encarama por paredes, pérgolas y troncos de árbol consiguiendo recubrimientos espectaculares.
Las flores de la viña virgen se agrupan en racimos. Estas flores son pentámeras, con un solo verticilo de tépalos de color carne poco vistosos, que al abrirse se doblan hacia atrás. A finales de verano las flores se convierten en pequeñas bayas violeta. Los pájaros dispersan estas bayas, con lo que la viña virgen se disemina y naturaliza principalmente en riberas y en zonas cercanas a los lugares habitados de donde partió.
Una especie próxima es Parthenocissus tricuspidata, con hojas simples en tres lóbulos marcados, igualmente plantada como ornamental aunque no ha sido observada subespontánea en la comarca de Bages.
[fotos Jordi Badia]