El águila culebrera (Circaetus gallicus), conocida en catalán como àguila marcenca, es un águila de tamaño medio que se alimenta de serpientes y que en marzo o abril llega a Cataluña donde es estival; ambos nombres populares son pues perfectamente descriptivos.
Posee un cuerpo potente con una cabeza grande, parecida a la de un búho, con ojos de iris amarillo en posición más bien frontal. Su plumaje es contrastado, marrón oscuro en el dorso y blanco en la parte ventral, incluyendo la cara inferior de las alas. En vuelo luce este tono claro ventral. Como es habitual entre las rapaces, la hembra alcanza mayor tamaño que el macho.
El águila culebrera construye un nido de ramas entretejidas en lo alto de un árbol alto y denso que suele aprovechar y reparar de un año a otro. El macho es el encargado de construir el nido. El águila culebrera es estrictamente migratoria; en setiembre emprende un viaje con destino a las sabanas del sur del Sáhara donde pasará el invierno. Es fácil observar el águila culebrera en paso migratorio.
El águila culebrera vuela lentamente mientras desde lo alto observa, buscando preferiblemente alguna serpiente de buen tamaño o, en su defecto, un lagarto, una lagartija o un anfibio. Cuando ve una serpiente, se lanza sobre ella, la atrapa con sus garras afiladas, la mata de un picotazo y la engulle poco a poco. Si el adulto está criando su único pollo, al llegar de vuelta al nido regurgitará la serpiente aún entera que ha mantenido en el buche para que sea el pollo quien finalmente se la coma. El águila culebrera controla las poblaciones de serpientes, que no tienen otro depredador tan especializado.
Sin ser abundante, el águila culebrera está extensamente distribuida por las zonas boscosas de Cataluña.
[fotos Jordi Badia, de un ejemplar en cautividad en el Zoo del Pirineo]