El ajo rosado o ajo de culebra (Allium roseum) se reconoce por su umbela oval o hemisférica de 3-5 cm de diámetro, poco densa, de bellas flores rosadas. Asalta la duda de si es planta silvestre o fugada de jardín.
La planta tiene el inconfundible olor de ajo. El tallo cilíndrico nace de un bulbo enterrado. A poca altura arrancan las hojas en forma de cinta muy estrecha, de hasta 40 cm de longitud. En el extremo del tallo se forma la umbela con una bráctea apergaminada en la base. Las flores tienen pedicelos de 2-3 cm, muy verdes, contrastando con el rosa de los 6 tépalos, cada uno de alrededor de 1 cm y con el nervio medial resaltado en color más intenso. Dentro de la flor se encuentra un corro de 6 estambres alineados con los tépalos, constituidos por un filamento triangular de color blanco con la antera amarilla, que envuelven el ovario en forma de trébol, del centro del cual emerge un pistilo blanco. A veces algunas flores abortan y se convierten en bulbilos de un rosa más oscuro que, al no poseer pedicelo, se quedan en la base de la umbela. Los bulbilos de la flor germinarán y conseguirán la reproducción vegetativa, igual que los pequeños bulbos enterrados que se desarrollan junto al principal.
El ajo rosado vive en prados tirando a secos, principalmente en los de lastón (Brachypodium phoenicoides) y de junquillo falso (Aphyllanthes monspeliensis). A menudo crece en pequeños grupos. Florece en abril y mayo.
[fotos Montserrat Porta (1ª y 2ª), Jordi Badia (3ª) y Marta Queralt López Salvans (4ª)]