Las jaras, entre ellas la jara blanca (Cistus albidus), producen numerosas semillas duras y bien protegidas que se acumulan en el suelo donde se mantienen viables durante muchos años. En caso de incendio, estas semillas soportan el fuego y germinan después en un terreno que, de repente, ha quedado libre e iluminado. A diferencia de la mayoría de arbustos, las jaras se recuperan de los incendios por germinación a partir de semillas. La población de jaras incluso resulta normalmente favorecida por el fuego. Este es, efectivamente, el caso de la jara blanca en la loma de Els Emprius, en el PN de Sant Llorenç del Munt i l’Obac, hasta donde llegó el gran incendio de Sant Llorenç Savall y Monistrol de Calders en verano del 2003. Transcurridos 3 años del fuego, crecen numerosos pies nuevos de jara blanca que conseguirá adueñarse aún más de la comunidad vegetal.
[foto Jordi Badia]