Las tinas construidas en piedra seca expresan rotundamente las transformaciones en el paisaje de la comarca de Bages.
Las tinas son depósitos construidos en piedra seca, normalmente de forma cilíndrica de 1-2 metros de diámetro y 3-4 metros de profundidad, que servían para la elaboración del vino. Su interior suele estar revestido por baldosas de cerámica de 40×40 cm denominadas en catalán cairons (foto 6ª) para asegurar la estanqueidad y la limpieza. La construcción de tinas se basa en la técnica bien conocida y experimentada en la comarca de Bages de las barracas de piedra seca; significa un paso más, una versión mejorada. Se encuentran tinas tanto en las casas de campo como esparcidas allá donde había habido viña, normalmente agrupadas y siempre aprovechando desniveles del terreno. Las tinas en piedra seca tienen una apertura total por arriba en la que se podía encajar una tapa de madera hecha a medida y acceso por debajo donde se encuentra la boixa, que podríamos traducir por buje. La boixa es una piedra en la base de la pared de la tina atravesada por un agujero circular en el que se ponía un tapón. A menudo la boixa queda protegida en el interior de una barraquita adosada a la tina. Las uvas eran prensadas en la parte superior de la tina para que el mosto cayera dentro de la tina donde fermentaría y seguiría el proceso de elaboración del vino que su dueño debía controlar atentamente. Por debajo, cuando el vino estaba listo, se destapaba la boixa y de él se llenaban garrafas.
La mayoría de las tinas en la comarca de Bages se construyeron durante el siglo XIX, coincidiendo con la expansión del cultivo de la vid. La ventaja principal de la elaboración del vino en tinas en el mismo viñedo ere que se ahorraba el transporte a distancia y urgente de un gran volumen de uva recién vendimiada, prácticamente imposible con los medios de la época; en cambio, sí era factible transportar de manera pausada el vino en barricas y garrafas.
En el sureste de la comarca de Bages, particularmente en el tramo final del valle del arroyo de Mura o de Sant Esteve y en el valle de El Flequer tributario del arroyo de Santa Creu, en los términos municipales de Talamanca y del Pont de Vilomara i Rocafort, existe una concentración excepcional de tinas que explican el pasado de un territorio dedicado íntegramente al cultivo de la vid. Ver Les tines de Nèspola para un inventario exhaustivo.
Con la llegada de la plaga de la filoxera en la comarca de Bages durante la década de 1890, el cultivo de la vid terminó súbitamente en este territorio. El bosque, muy mayoritariamente el pinar de pino carrasco, ha recuperado protagonismo en el paisaje, aunque hay también maquias y coscojares donde los incendios forestales durante el siglo XX han modificado el signo de la sucesión vegetal.
La galería superior muestra tinas del tramo final del valle del arroyo de Mura: foto 1ª, tinas de Les Solanes de la riera de Sant Esteve; foto 2ª, tinas del Pla de Les Generes; foto 3ª, tina del Camino de Les Generes; foto 4ª, tina Solitaria de la riera de Sant Esteve y foto 5ª, tina Transformada de la riera de Sant Esteve.
La galería inferior muestra tinas del valle de El Flequer: foto 7ª, tinas del Ricardo; fotos, 8ª y 9ª tinas del Tosques; foto 10ª, tinas de l’Escudelleta y foto 11ª, tinas del Bleda.
[fotos Montserrat Porta y Jordi Badia]
- Les tines de Nèspola.
- Ver las tinas de la Lluca, en el valle de Santa Creu.
- Ver las tinas de les Balmas Rojas.
- Ver la sustitución del pinar quemado de pino carrasco por una maquia en el valle de El Flequer.