En abril, en la comarca de Bages el pino carrasco (Pinus halepensis) realiza su prolífica floración. En las puntas de sus ramas aparecen los conos alargados de unos 10 mm y color naranja, dispuestos radialmente en grupos de decenas formando un elipsoide de unos 50-80 x 30-40 mm. Éstos son los conos de flores masculinas que, al llegar a la maduración, a la mínima sacudida liberarán el polen. Gracias a sus dos sacos aeríferos, el polen de pino carrasco es tan ligero que flota en el aire para que el viento lo transporte. Pueden verse auténticas nubes de polen de pino carrasco en el cielo. Pero la lluvia arrastra el polen del aire y lo deposita en el suelo o en los charcos; son las llamadas coloquialmente lluvias de azufre. Finalmente, cuando los charcos se secan, queda en sus orillas un cerco amarillo de polen de pino carrasco malgastado, que no ha llegado a su destino esperado. Estos cercos amarillos en los charcos ya secos atestiguan la desmesurada producción de polen por el pino carrasco, una característica de planta colonizadora que destina recursos ingentes a la reproducción.