Un coscojar prospera en la vertiente derecha del valle del arroyo de Mura o de Sant Esteve encarada generalmente al sur, en su tramo final en el término municipal de Talamanca, antes de la confluencia con el río Llobregat. Este coscojar está dominado por la propia coscoja y por el lentisco, a los que se suman ejemplares de enebro albar y de madroño, para conseguir un recubrimiento casi completo de arbustos altos, prácticamente sin árboles.
El tipo de vegetación más extendido en esta área del sureste de la comarca de Bages, de relieve surcado por arroyos, vertientes escalonadas en bancales y suelos pobres que en el siglo XIX estaba dedicada íntegramente al cultivo de la vid, es actualmente un pinar joven de pinos carrascos nacidos después del incendio de 1985 que alcanzó 5400 Ha. Pero esta vertiente sufrió un segundo incendio en el año 2001, de extensión mucho menor, unas 120 Ha, que repitió sobre área ya calcinada en 1985. Habían transcurrido sólo 16 años entre uno y otro incendio, un tiempo demasiado corto para que los nuevos pinos tuvieran ya piñones suficientes para regenerar el pinar. En esta vertiente soleada, rocosa y con pasado agrícola relativamente reciente, las encinas y los robles no debían ser abundantes ya antes del primero de los incendios. Además, dependiendo de circunstancias, algunos individuos de árboles y arbustos de especies con teórica capacidad para retoñar mueren con el incendio.
La recurrencia del fuego en pocos años explica la existencia de esta mancha de coscojar luminoso, destacada en un entorno más uniforme de pinos carrascos.
[foto Jordi Badia]