Encina

Quercus ilex

Las imágenes 1ª y 2ª muestran el aspecto primaveral de la encina en flor y con las hojas nuevas y tiernas de un tono verde grisáceo, en contraste con el verde oscuro de las hojas de temporadas anteriores, ya endurecidas.
La foto 1ª se ven a la vez los amentos, las inflorescencias masculinas que liberan abundante polen que el viento disemina.
En la foto 2ª aparece, en la axila de una hoja, la pequeña y poco aparente flor femenina que, una vez fecundada, iniciará el proceso de maduración hasta convertirse en una bellota.

La imagen 3ª presenta, las hojas de encina de bellotas amargas o de hoja larga (Quercus ilex ssp. ilex) -a la izquierda- y de carrasca o encina de bellotas dulces o de hoja redondeada (Quercus ilex ssp. ballota) -a la derecha- vistas por el anverso. El color grisáceo de la hoja de la encina de bellotas dulces es debido a la presencia de pelos densos y muy cortos. Las hojas de las dos subespecies presentan variabilidad morfológica. Esta variabilidad en las características de las hojas de las encinas es especialmente acusada en el Bages porque, debido a los cruces, abundan los individuos de rasgos morfológicos intermedios entre las dos subespecies citada. La hoja de la encina, plana, perenne y endurecida, pertenece al tipo denominado esclerofilo, característico de la mayoria de las plantas leñosas del encinar.

En las imágenes 4ª, 5ª, 6ª y 7ª vemos el detalle de las bellotas de encina. Al llegar a la maduración en noviembre, la bellota tomará un color marrón oscuro y brillante. Todas las bellotas son comestibles, aunque los humanos sólo apreciamos las de la carrasca o encina de bellotas dulces. De las bellotas se alimentan animales silvestres tan diversos como algunos gorgojos, el arrendajo y la paloma torcaz, ratones, jabalíes, … y animales domésticos como las ovejas y los cerdos.

La imagen 8ª ilustra la corteza de la encina.

[fotos Florenci Vallès (1ª, 2ª, 3ª y 4ª), Marta Queralt López Salvans (5ª y 8ª) y Jordi Badia (6ª y 7ª)]