El verano de 1986 fue nefasto en Cataluña por los incendios forestales, muchos de ellos simultáneos. Aquellos que alcanzaron una mayor extensión son los de la Albera (Alt Empordà), de Rubió (Anoia, Bages) y de Montserrat (Bages). La comarca de Bages se llevó una de las peores partes. Cuando quemaba el macizo de Montserrat y el incendio iniciado en Jorba se extendía por la sierra de Rubió llegando hasta Aguilar de Segarra, empezaba un nuevo incendio en la zona de Talló, en Castellgalí, en el peor momento, cuando los bomberos estaban exhaustos y sobrepasados por las circunstancias adversas. El área interior del perímetro del incendio de Castellgalí fue de unas 850 hectáreas -no todas quemadas- que incluyen partes de los municipios de Sant Salvador de Guardiola y Manresa. A pesar de quedar pequeño en comparación con otros del año 1986, el incendio de Castellgalí fue un incendio de gran extensión.
Transcurridos 35 años, la regeneración espontánea del bosque en la umbría de la sierra de Talló ha producido un pinar de pino carrasco denso y homogéneo, con el pino carrasco prácticamente como especie única de árbol. Este pinar es oscuro y poco transitable por su elevada densidad de pinos carrascos delgaduchos de unos 6-8 metros de altura, nacidos todos ellos tras el incendio y miembros de una misma cohorte, que compiten entre ellos. El suelo pobre, desarrollado sobre roca dura de origen sedimentario marino, poco contribuye al crecimiento de los árboles.
La estructura y composición actuales del bosque son consecuencia directa del incendio de 1986 y de la ausencia de gestión silvícola posterior.
[fotos Jordi Badia]
Ver un caso idéntico en la solana de La Melera (Sant Salvador de Guardiola), a los 41 años del incendio.