Donde antes del fuego crecían básicamente pinos negrales y carrascos, después del incendio normalmente el pino carrasco pasa a ser dominante. En la foto, obtenida en el año 2005, se ven dos pinos negrales supervivientes del incendio de 1994 y, en la parte inferior, una masa densa de pino carrasco nacida tras el fuego. A diferencia del pino carrasco que tiene siempre piñones viables guardados en algunas piñas que se mantienen cerradas tras madurar y se abren con el calor, las piñas del pino negral, una vez maduras en febrero, se abren todas a la vez y liberan los piñones. Cuando el fuego llega, el pino negral no suele tener piñones maduros y, por tanto, no puede dejar descendencia. El pino carrasco, en cambio, al quemarse libera piñones maduros que, si las condiciones ambientales no son muy adversas, aseguran la permanencia. Así pues, los pinares mixtos de pino carrasco y negral anteriores al incendio se convertirán en pinares exclusivos de pino carrasco tras el paso del fuego; mientras que los bosques mixtos de pino negral y roble, como los que había en la sierra de Castelltallat antes de los fuegos de 1994 y 1998, se convertirán en robledales de rebrote.
(foto Florenci Vallès )