La adelfilla (Bupleurum fruticosum) es un arbusto de la familia de las umbelíferas o apiáceas que vive en los encinares claros o en las maquias, en lugares calurosos y soleados. La adelfilla destaca por dos características poco comunes entre las plantas de la familia umbelíferas: el porte de 2-3 metros de altura y leñoso, y las hojas enteras.
Las hojas de la adelfilla son perennes, con limbo entero de forma lanceolada u oblonga de 6-13 cm de longitud por 1,5-3,0 cm de ancho, rígidas, con un margen hialino y atenuadas en la base, y sin pecíolo. El nervio central es grande y resaltado por el reverso; en cambio, los nervios secundarios son finos, numerosos, poco visibles y paralelos. El anverso de la hoja es verde y brillante, mientras que el reverso muestra un tono glauco apagado. Las hojas se disponen esparcidas en las ramas. En verano, la adelfilla forma umbelas compuestas de 10 a 20 radios primarios, con involucro e involucelos en los radios secundarios, que sostienen pequeñas flores de un amarillo anaranjado. El fruto posee costas prominentes.
La adelfilla vive en la parte meridional de la comarca de Bages, principalmente en la parte baja del macizo de Montserrat. Su distribución es contagiosa, con localidades en las que es muy abundante y otras, aparentemente con condiciones ecológicas igualmente favorables, en las que falta completamente.
[fotos Florenci Vallès (1ª) y Jordi Badia (2ª y 3ª)]