La avispa alfarera (Sceliphron curvatum) es originaria de Asia central pero se ha extendido durante los últimos años por Europa incluyendo la península Ibérica y la comarca de Bages.
Es una avispa grande, de unos 18 mm, con cintura en tubo largo y estrecho, cuerpo negro con franjas transversales amarillas en el inicio y al final del tórax y en el abdomen donde crecen en anchura a medida que se acercan al extremo, y patas y alas con matiz caoba.
Sceliphron curvatum destaca por la construcción de nidos de barro masticado y mezclado con saliva en forma de ánfora romana, de unos 25 mm de longitud y color claro, que adhiere en rincones de mobiliario y agujeros de paredes interiores en las casas. Una vez está el nido construido, caza una presa, normalmente una araña, la inmoviliza con su picada y la transporta al nido. Seguidamente pone un solo huevo por nido y fabrica la tapa. La larva de avispa alfarera crece protegida en el nido, alimentándose de la presa que le dejó su madre. Una sola hembra de avispa alfarera suele construir diversos nidos contiguos, aunque nunca soldados en colonia.
La forma de los nidos es característica de cada especie de avispa alfarera. Entre ellas, Sceliphron curvatum es quizás la más perfeccionista, la que construye los nidos más regulares.
Sceliphron curvatum no es una avispa agresiva, aunque puede clavar el aguijón si es molestada.
Las imágenes muestran los nidos de Sceliphron curvatum, la mayoría abiertos y de los cuales habrá emergido ya el adulto, descubiertos en el interior de una caja de persiana.
[fotos Montserrat Porta]