El lución (Anguis fragilis) es un lagarto sin patas y de cuerpo cilíndrico, que puede llegar a medir como máximo unos 50 cm de largo y tiene la cola larga, ligeramente más corta que el conjunto formado por la cabeza y el tronco, pero a menudo la tiene más corta porqué tras romperse y separarse del cuerpo se regenera poco. El lución, como hacen muchas lagartijas y lagartos pero ninguna serpiente, cuando se siente en peligro por el ataque de un posible depredador libera la cola. No la hace caer quién la coge, sino que tiene un mecanismo muscular destinado a su desprendimiento. La cola desprendida mantiene el movimiento durante un tiempo durante el cual fácilmente puede atraer la atención del posible depredador, lo cual puede permitir la fuga de lo que queda de lución.
A diferencia de las serpientes, el lución, como corresponde a un lagarto, tiene párpados móviles que le permiten cerrar los ojos y, a ambos lados de la parte posterior de la cabeza, un par de pequeños y cortos conductos auditivos cuyos orificios de entrada se encuentran en un pliegue de la piel que es difícil de ver. El color de los luciones es variable -pardo, gris, rojizo. Las hembras tienen a menudo un línea oscura sobre fondo claro que sigue la columna vertebral, y los lados y el vientre oscuros, mientras que los machos son de coloración más uniforme, pero pueden tener manchas azules.
Los luciones se alimentan sobretodo de babosas, lo que hace que sean especialmente abundantes a los lugares húmedos, como por ejemplo los bosques de ribera.
Destacan por su longevidad. Se han citado casos de 54 años de supervivencia en cautividad.
Los luciones macho luchan fieramente durante la época de apareamiento.
El ejemplar de las fotografías es una hembra con el extremo de la cola regenerado.