La malva arbórea (Malva arborea [= Lavatera arborea]), como su nombre indica, es una versión de porte casi arbóreo de la conocida malva (Malva sylvestris), de hasta 3 metros de altura y tronco con base leñosa en los ejemplares mayores, a pesar de vivir normalmente solo durante dos años.
La malva arbórea posee hojas redondeadas, las mayores de un palmo de diámetro, con nerviación palmada y contorno en 5-7 lóbulos poco profundos y, a su vez, con margen festonado. En primavera y verano, en la axila de las hojas se forman haces de flores muy aparentes. Observadas en detalle, las flores tienen primero un calículo compuesto por 3 piezas anchas y soldadas por la base, mayores que los 5 sépalos que vienen a continuación. En cambio, las auténticas malvas tienen las piezas del calículo libres y menores que los sépalos. El carácter de la proporción entre el calículo y el cáliz se aprecia mejor más tarde, cuando ambos envuelven el fruto en forma de la calabacita. Los 5 pétalos de la flor miden 15-20 mm, tienen forma bilobada y color rosa intenso con los nervios y la base resaltados en púrpura. Del centro de la flor emerge la columna del pistilo con numerosos estambres soldados a ella.
La floración de la malva arbórea es abundosa y vistosa, por lo que a veces se utiliza en jardinería.
El hábitat característico de la malva arbórea son los acantilados litorales luminosos y abonados por los excrementos de aves marinas. Crece también en tierras removidas y nitrogenadas en las comarcas litorales de Cataluña, seguramente favorecida por su plantación esporádica en jardines. Hemos encontrado una población de malva arbórea, por primera vez en la comarca de Bages, en Sant Cristòfol (Castellbell i el Vilar). El tiempo dirá si la malva arbórea se establece en la comarca de Bages. El cambio climático hacia inviernos menos fríos impulsa novedades en la flora del Bages impensables unas décadas atrás. Manresa ya no es Manrusia.
[fotos Jordi Badia]