La mantispa (Mantispa styriaca) es un insecto de aspecto perturbador, salido de una imaginación surrealista. Su porte recuerda al de una santateresa pequeña, aunque la semejanza es engañosa; la mantispa no está relacionada con los mantoideos, se trata de uno de los casos más inverosímiles y bellos de convergencia que ha generado la evolución de la vida.
La mantispa pertenece al orden neurópteros, el de los ascaláfidos, las crisopas y las hormigas león, que incluye asimismo la familia Mantispidae con unas 400 especies descritas.
La mantispa mide unos 30-35 mm de longitud. Su color es marrón claro uniforme, excepto los dos pares de alas transparentes atravesadas por un retículo de venas negras y los ojos de un verde iridiscente con el centro rojo. La mantispa tiene cabeza triangular pequeña con un par de antenas cortas dirigidas adelante y el par de fabulosos ojos que sobresalen por los laterales. Junto a la cabeza se encuentra el primer par de patas que parecen estar articuladas bajo la barbilla. Estas patas poseen las tibias engrosadas y se mantienen plegadas junto al pronoto sin tocar al suelo; no sirven para andar, sino que son prensiles, sirven para capturar otros insectos igual como el primer par de patas de una santateresa. El pronoto es largo y cilíndrico, algo así como un cuello inesperado en un insecto. Las patas de los dos pares siguientes sí sirven para andar, se disponen contiguas y poseen los fémures gruesos, pero mientras que las patas del par 2º se encaran adelante, las del 3º se encaran atrás. Por encima de estos 2º y 3er pares de patas hay los dos pares de alas voladoras, las 4 en forma elíptica sobrepasando el extremo del abdomen, transparentes, incoloras, con un retículo de venas negras que delimitan celdas poligonales y con los márgenes anteriores engrosados e igualmente oscuros. El abdomen es grueso, curvado hacia abajo y con algunas líneas marrón oscuro.
Si el aspecto de la mantispa es original, su ciclo vital y su comportamiento no quedan atrás. La hembra pone huevos minúsculos de color rojo, a menudo por millares, pegados en la corteza de un árbol mediante un pedúnculo fino, más corto que aquel de los huevos de las crisopas (fam. Chrysopidae) con las que sí que mantiene parentesco cercano. A las 3 semanas, de los huevos emerge una larva vermiforme y blanda que no se parece en nada al adulto y que pronto entrará en diapausa para pasar el invierno. Al despertar del sueño hibernal, buscará una araña de los géneros Lycosa o Pardosa que fabrican capullos de huevos o transportan la descendencia sobre el dorso abdominal. La larva de mantispa entra en el capullo y depreda los huevos o las arañitas. Después de sucesivas mudes, la larva vuelve a entrar en diapausa, esta vez para iniciar la fase de pupa y realizar una metamorfosis completa de la cual emergerá adulta. Los adultos se ven solo en verano.
Los adultos son cazadores y voladores diestros, tal como su diseño anatómico da a entender. La mantispa es una especie con distribución extensa, aunque con población escasa. No tiene un hábitat definido, se encuentra aquí y allá, desplazándose de un lugar a otro.
[fotos Montserrat Porta (1ª) y Montserrat Porta y Jordi Badia (2ª)]