Misumena vatia es una araña de la familia Thomisidae, la que comprende las arañas cangrejo o arañas de las flores. Se denominan arañas cangrejo por el tamaño mayor de los pares de patas primero y segundo que en reposo mantienen retraídos, lo que le da una vaga semejanza a un cangrejo marino que reafirma con su capacidad de andar de lado o hacia atrás.
Resulta difícil asociar machos y hembras a la misma especie, a menos que se encuentren juntos durante la cópula.
La hembra -en la imagen- alcanza 10 mm de longitud. Posee un opistosoma hinchado como un globo y un prosoma ovalado, mucho menor que el opistosoma, con dos hileras de 4 ojos en la cara.
El macho es mucho menor, de 3-4 mm. Tiene el opistosoma ovado, solo ligeramente mayor que el prosoma. Comparativamente, las patas de los machos no están tan reducidas como el cuerpo, mantienen el tamaño suficiente para abrazar el gran opistosoma de las hembras y aguantarse en él sin despeñarse.
Las hembras poseen la facultad de la homocromía, la capacidad de adaptar su color al del entorno. Toman el color de la flor o inflorescencia en la que se instalan para cazar al acecho alguno de los insectos que las visitan. Pero el cambio de color no es instantáneo, necesita unos dos días para conseguirse. Este color de las hembras varía en una amplia gama entre el blanco, el amarillo y el verde claro, con una posible mancha rosa alargada a cada lado del opistosoma. Los machos mantienen el color, siempre con el prosoma y algunos pares de patas delanteras más oscuros que el opistosoma.
En la imagen, una hembra de Misumena vatia completamente blanca y posada en una inflorescencia violeta de lavanda ha cazado un insecto. En el prado donde se obtuvo la imagen existía una población considerable de milenrama (Achillea millefolium); probablemente, el color blanco de la araña se deba a una estancia anterior sobre una inflorescencia blanca de milenrama.
No fabrican telarañas para la captura, aunque la hembra envuelve la puesta en un capullo de seda que sujeta en una rama. La hembra se queda a guardar su puesta hasta que, tras la eclosión de los pequeños, muere.
[foto Jordi Badia]