La planta de regaliz (Glycyrrhiza glabra) es una hierba alta de la familia de las papilionáceas, popular porque sus largos rizomas constituyen el regaliz propiamente dicho. Las raíces y rizomas de la planta de regaliz se mastican por su particular gusto dulce y de ellos se obtiene por cocción el regaliz negro –una magnífica golosina- y por extracción la glicirricina que por hidrólisis se convierte en ácido glicirrético–un edulcorante y principio activo farmacológico.
Cada temporada la planta de regaliz saca tallos nuevos de hasta 1 metro de altura con numerosas hojas compuestas imparipinnadas, con 4-6 pares de folíolos ovados de unos 3×2 cm más el terminal, viscosas cuando son tiernas. De la axila de las hojas nace un pedúnculo con una espiga de flores azul-violeta de 1 cm cada una que se convertirán en legumbres comprimidos que contienen 3-5 semillas discoidales.
A partir del segundo otoño pueden desenterrarse y explotar ya los rizomas de regaliz. El regaliz posee aplicaciones variadas en la cocina y en la farmacia, todas exitosas, tanto masticado directamente por su sabor dulce que entretiene el hambre, para combatir el mal aliento o para la deshabituación del tabaco, como a través del principio activo que se usa para edulcorar caramelos y, en productos cosméticos o farmacéuticos, como desinfectante y cicatrizante en lociones para después del afeitado y como expectorante y mucolítico en jarabes.
El regaliz parece ser originario del Mediterráneo oriental y llevado a la ribera occidental desde tiempos muy antiguos. En la comarca de Bages la planta de regaliz se encuentra subespontánea cerca de casas de campo, mantenida en bancales moderadamente húmedos a partir de alguna plantación antigua. Gracias a sus rizomas dulces, actúa como invasora formando poblaciones densas y homogéneas.
[fotos Víctor Manuel Vicente (1ª) y Jordi Badia (arriba 2ª y 3ª)]