La salvia de los prados (Salvia pratensis subsp. pratensis) es una hierba grande y perenne de la familia labiadas que en verano destaca por su inflorescencia esbelta, ordenada en pisos o verticilos de 2-8 flores azul-violeta cada uno. Suele crecer hasta medio metro de altura; su aspecto es el de una gallocresta (Salvia verbenaca) excepcionalmente grande.
La mayoría de las hojas se agrupan en una gran roseta en la base. Estas hojas basales son pecioladas y poseen un limbo ovado, grande, acorazonado en la base e irregularmente festoneado en el margen, grueso con nervios blancos, anchos y hundidos, verde intenso en el haz y blanquecino en el envés. Estas hojas rápidamente empequeñecen y su pecíolo se acorta a medida que suben por el tallo, hasta terminar sésiles. La sección de los tallos es marcadamente cuadrangular. Toda la planta es pilosa, incluso las corolas de las flores; las hojas lo son mucho más en el reverso que en el anverso.
Las flores tienen una corola de color azul violeta, grande de unos 2,0-2,5 cm, abierta en dos labios según el modelo característico de las flores de las labiadas aunque especialmente adaptado para ser polinizadas por abejas y abejorros. El labio inferior es plano, preparado para que en él aterrice un abejorro. En cambio el labio superior, muy desarrollado, está arqueado formando una cúpula que protege los 2 estambres –a diferencia de la mayoría de flores de labiadas que poseen 4 estambres, las del género Salvia tienen solo 2- y el estilo que se asoman por la punta. Cuando un abejorro se posa en la flor y busca el néctar de su interior, inevitablemente roza con su dorso las anteras del extremo de los estambres y los estigmas del extremo del estilo, arrastrando granos de polen y quedando preparado para fecundar la siguiente flor de salvia de los prados que visite.
La salvia de los prados vive en prados frescos y fértiles a una cierta altitud; en la comarca de Bages preferentemente en el sector nordeste a mayor altura, de Moianés.
[foto Jordi Badia]