Las montañas rusas de San Vicente de Castellet son un área de cárcavas de erosión o badland, prácticamente desprovista de suelo y con vegetación escasa, sobre margas azules de origen marino correspondientes al miembro Igualada de la formación geológica Santa María, del período Eoceno. Ocupan una extensión de unas 5 Has en la vertiente oeste del cerro de Castellet. El fenómeno es consecuencia de la coincidencia en un terreno pendiente de un substrato de margas blandas poco coherentes y muy susceptibles a la erosión, de lluvias intensas esporádicas y probablemente también de alguna acción humana inadecuada –tala de pinos, intento de cultivo, sobrepastoreo…- que abrió una primera herida en el suelo a partir de la cual se desencadenó el proceso erosivo autoacelerado. El resultado es un paisaje geológico de crestas y valles yermas, de belleza fractal que reproduce en un espacio reducido y asequible lo que podrían ser las cordilleras y cuencas a escala continental.
En las cárcavas es habitual que se formen chimeneas o dames coiffées cuando una losa de roca compacta, habitualmente una arenisca, protege de la erosión el terreno blando situado debajo.
A pesar de la extrema pobreza edáfica de los badlands, los pinos carrascos (Pinus halepensis) consiguen enraizar y malvivir en ellos aprovechando los fondos y cimas de este particular relieve en los que pueden sostenerse unos centímetros de tierra, contribuyendo a frenar el proceso erosivo. Aunque la imagen de bosque que los pinos transmiten es engañosa, no hay más especie de planta que ellos.
Cárcavas sobre margas azules o grises erosionadas como las montañas rusas de San Vicente de Castellet se repiten en los municipios colindantes de Castellgalí y Marganell, alrededor de Igualada en la comarca de Anoia y en la Plana de Vic en Osona. Mucha mayor extensión ocupan en el interior de la depresión del Ebro sobre lutitas continentales, siendo las Bardenas Reales, cerca de Tudela en la comarca navarra de La Ribera, su máximo exponente.
[fotos Jordi Badia]