El sapo de espuelas (Pelobates cultripes) es un sapo de tamaño medio con cuerpo chaparro y cabeza grande terminada en un morro redondeado, los ojos son grandes y prominentes, la piel lisa y la coloración de tonos variables verde oliva, marrón y gris bigarrados en el dorso, crema uniforme en el vientre y blanquecino en la garganta. Los caracteres que identifican mejor al sapo de espuelas son la pupila vertical –los sapos común (Bufo spinosus) y corredor (Epidalea calamita) tienen pupilas horizontales-, el iris del ojo plateado con reflejos metálicos y unas espuelas negras de consistencia córnea en los pies de las patas posteriores que utiliza como palas para excavar. Los tímpanos no son visibles. Las hembras adultas son mayores que los machos.
La puesta consiste en un cordón grueso de miles de huevos de 4 mm de diámetro y color casi negro que la hembra deposita en una maraña en la base de plantas acuáticas en balsas poco profundas.
Los renacuajos tienen el aspecto de pececillo de color claro. Son mayores que los de cualquier otro anfibio presente en Cataluña, con el cuerpo redondo, la cola puntiaguda y las membranas caudales altas, tanto la ventral como la dorsal, esta última con perfil redondeado y iniciándose con la cola dejando libre el cuerpo.
El sapo de espuelas adulto lleva una vida terrestre, excepto durante el tiempo de reproducción. Vive en terrenos blandos y húmedos que le permitan excavar en marcha atrás una guarida donde esconderse durante el día. A medida que avanza la excavación, el techo de la galería se hunde con lo que el sapo queda enterrado sin dejar ningún rastro en la superficie. Sale de ella a alimentarse de insectos al atardecer, por la noche o en días lluviosos. Al estar enterrado de día, su presencia queda desapercibida hasta que, por arte de magia, numerosos individuos se juntan alrededor de una charca en una gloriosa noche lluviosa de primavera. Su canto recuerda al cloqueo de una gallina: “co-co-co”.
El sapo de espuelas no tiene un hábitat muy definido, aunque depende completamente de las balsas para su reproducción y de terrenos blandos.
Debido a la escasez de sus poblaciones, el sapo de espuelas es una especie amenazada y protegida en Cataluña. Los factores que más deben haber contribuido a la disminución de olas poblaciones del sapo de espuelas en las últimas décadas en la comarca de Bages son la alteración de las balsas agrícolas y de los puntos de agua en general, la contaminación de las aguas, la expansión del cangrejo rojo americano (Procambarus clarkii), el aislamiento de las poblaciones a causa de infraestructuras y de la urbanización creciente, los atropellos por vehículos y la quitridiomicosis -la infección epidémica de ámbito mundial causada por el hongo quitridio Batrachochytrium dendrobatidis, conocido también como el hongo asesino-, a pesar de que es muy difícil atribuir el grado de culpabilidad a cada uno de ellos.
Durante el censo de anfibios en el término municipal de Manresa realizado en marzo y abril de 2019, en uno de los puntos de agua muestreados se reencontró al sapo de espuelas, 24 años después de la citación anterior. Este fue el dato más celebrado del proyecto.
Las imágenes, obtenidas en dicho censo en Manresa, muestran un adulto de sapo de espuelas en una charca, un adulto descubierto enterrado y un grupo de renacuajos.
[fotos Ferran Fitó]
- Enlace al informe Seguiment del tòtil i d’altres amfibis a Manresa – 2019, de Ferran Fitó.
- Ver el artículo Els amfibis se la juguen, en catalán, de Florenci Vallès.
- Ver el artículo Els amfibis en declivi, en catalán, de Jordi Badia.