Sialis sp.

Sialis sp.

Los megalópteros son un pequeño orden de insectos distribuidos principalmente en áreas tropicales, subtropicales y templadas que están ligados a ambientes acuáticos. Su nombre alude al gran tamaño que tienen algunas especies, pero en nuestra región son insectos de tamaño más pequeño. En Cataluña sólo tenemos representantes de la familia Sialidae que, de hecho, es la única presente en toda Europa.

Los megalópteros tienen dos pares de alas membranosas muy parecidas entre sí, normalmente monocromáticas y oscuras, con numerosa venación y sin pterostigma. Las alas posteriores se diferencian de las anteriores por ser más anchas en la base. En reposo ambos pares de alas se pliegan en forma de tejadillo sobre el abdomen. En la cabeza se observa un aparato bucal masticador bien desarrollado, unas antenas filiformes (pectinadas en algunos machos) insertadas cerca de la boca y un par de ojos compuestos acompañados o no de tres ocelos. En los sexos cabe destacar la presencia de un corto ovopositor en las hembras y de cercos en algunos machos.

La vida de los imagos de los megalópteros es corta, a lo sumo viven un par de semanas, luego hay que espabilarse y aparear-se rápidamente. Después de la cópula, las hembras depositan los huevos sobre hojas o piedras cercanas al agua. De la eclosión aparecen unas larvas que se dirigen hacia el agua, pues las larvas de los megalópteros son acuáticas y respiran gracias a unas traqueobranquias situadas en el abdomen. Viven en el fondo del agua, en el barro, y depredan todo tipo de larvas de otros insectos e invertebrados. Dos años después, salen del agua, se entierran en el suelo y construyen una cámara donde finalizan la metamorfosis.

La familia de los siálidos se caracteriza por la ausencia de ocelos en la cabeza. Son especies de vida diurna, sobre todo se las ve por la mañana, que aunque son poco activas se van alimentando de polen y néctar. En Cataluña sólo se encuentran dos especies, Sialis lutaria y S. fuliginosa. La fotografía se tomó a mediados de abril junto a las tranquilas aguas de la Acequia de Manresa.

[foto Xavier Adot]