El Parque Ambiental de Bufalvent, gestionado por Consorcio del Bages para la Gestión de Residuos, dispone de instalaciones varias para la selección de residuos, una planta de compostaje de la fracción orgánica de la recogida selectiva, cultivos, una planta fotovoltaica, una aula para la educación ambiental y dos vertederos: el vertedero nuevo actualmente en uso y el antiguo ya clausurado. El área que ocupó el vertedero antiguo es aquí el foco de atención.
El vertedero antiguo estuvo en servicio desde 1985 hasta 1999. Una vez colmado de residuos, fue sustituido por el vaso nuevo, situado en la vecindad. El vertedero antiguo fue clausurado y cubierto de tierra. Pero aún la artificialidad del área salta a la vista por su morfología demasiado geométrica, por el color rojizo de la tierra aportada que contrasta con el gris azulado claro de las margas originales de su alrededor y, especialmente, por el escaso recubrimiento vegetal. En ella se encuentran solo cuatro pinos solitarios, como islas de náufrago en el océano. El vertedero antiguo pide a gritos una reforestación efectiva para su mejor integración en el paisaje.
Se realizaron ya algunas plantaciones, aunque con resultados muy pobres. Hay que tener en cuenta que el área es una vertiente sur sin suelo estructurado donde el crecimiento de las plantas es difícil, más aún con la sucesión de veranos larguísimos, secos y muy calurosos durante el presente siglo XXI. Pero no se trata de una misión imposible, y el tiempo transcurrido desde la clausura favorece la posibilidad de una reforestación auténtica.
Los alrededores indican hacia donde deberían dirigirse las acciones para una revegetación integradora. En los terrenos mejores pueden plantarse olivos siguiendo la tradición del cultivo de secano, y en el todo el resto la reforestación debe apuntar hacia el coscojar que alcanza recubrimientos casi totales incluso en las solanas, más que hacia un pinar de pino carrasco. Esta reforestación debería basarse en una plantación generalizada de los arbustos más resistentes a la sequía, entre los que no pueden faltar el lentisco, el enebro albar, el labiérnago y la retama de olor, y a los que pueden sumarse otros como el durillo y el madroño en las zonas menos pendientes.
Ambos nuevos usos, la agricultura de secano y la reforestación con arbustos resistentes a la sequía, conseguirían cerrar completamente el ciclo del antiguo vertedero comarcal y su integración en el paisaje.
[foto Jordi Badia]