


Los campos de cereales de las comarcas de Bages y de Moianès quedan en estado de rastrojo durante una media de unos 4 meses al año, desde la siega en junio hasta el labrado en octubre, previo a la siembra en noviembre de las variedades de cebada de invierno, las más cultivadas. Existe mucha variación, dependiendo de las prácticas de cultivo y de la especie y variedad de cereal a sembrar.
Las hierbas anuales cuyo ciclo transcurre en la 2ª mitad del año aprovechan el período de rastrojo para invadir los sembrados. Progresivamente, el tono dorado de los rastrojos recién terminada la siega deja paso al verde, más o menos intenso dependiendo de dónde caen las tormentas en los meses calurosos de verano. Normalmente se trata de explosiones de población de unas pocas especies oportunistas de las familias amarantáceas, compuestas, poligonáceas o quenopodiáceas, no de una comunidad vegetal diversa. Entre las hierbas más frecuentes en los rastrojos se encuentran la corregüela de los caminos (Polygonum aviculare), el tornasol o hierba verruguera (Heliotropium europaeum), la correhuela (Convolvulus arvensis), la verdolaga (Portulaca oleracea), el bledo (Amaranthus retroflexus), el mirabel (Bassia scoparia), el erígeron (Erigeron canadensis), la centaura amarilla (Centaurea collina), el cardo cabrero (Carthamus lanatus) y otras. También puede insinuarse un nuevo crecimiento de gramíneas, ya sea porque han germinado granos caídos del cereal previamente cultivado, porque han penetrado especies como el almorejo (Setaria viridis), o porque la grama (Cynodon dactylon) avanza antes que el próximo labrado la haga retroceder.
Las fincas que combinan agricultura y ganadería utilizan los rastrojos como pastos para ovejas y vacas.
Las imágenes corresponden a campos en rastrojo en el mes de agosto
[fotos Jordi Badia]