Las zonas húmedas son ecosistemas de transición entre los acuáticos y los terrestres. Pueden estar cubiertos por aguas someras o tener el nivel freático a ras de suelo o a pocos centímetros de profundidad. Ocupan superficies considerables alrededor de las aguas estancadas o de curso lento.
En nuestro país no existen comunidades forestales enraizadas en zonas cubierta por el agua, ya que nuestros bosques de ribera no toleran la inundación permanente. En zonas permanentemente anegadas, ya sea por aguas estancadas o corrientes, solamente encontramos comunidades de plantas herbáceas. Entre estas comunidades se distinguen dos grupos: las comunidades de hidrófitos, aquellas constituidas por plantas acuáticas flotantes como las lentejas de agua o enraizadas en el fondo como el potamogeton o el ranúnculo acuático, y las de helófitos, constituidas por plantas enraizadas con la base normalmente sumergida y los órganos superiores aéreos, tales como las eneas de hoja ancha (Typha latifolia) y de hoja estrecha (Typha angustifolia), la platanaria (Sparganium erectum), las juncias (Scirpus maritimus y Scirpus lacustris) o el berro (Rorippa nasturtium-aquaticum). Plantas como el carrizo o cañavera (Phragmites australis ssp. australis), la salicaria (Lythrum salicaria), el junco común (Scirpus holoschoenus), el junquillo negral (Schoenus nigricans) o Carex vulpina pertenecen al grupo de los higrófitos, formado por vegetales que requieren suelos muy húmedos, aunque no forzosamente cubiertos de agua.
En los tramos de aguas lentas de los ríos y arroyos del Bages suele encontrarse una franja con eneas junto al agua y una franja de carrizo que se inicia a ras de agua adentrándose en zonas no siempre inundadas, pero fangosas durante la mayor parte del año. A mayor distancia del agua, sobre suelos que, por lo menos en su capa más superficial, normalmente no están empapados, encontramos el dominio potencial del bosque de ribera en el cual, a menudo, en vez de bosque hay cultivos, choperas artificiales madereras o cañas. A diferencia del carrizo, que es una planta autóctona, la caña (Arundo donax) es originaria del centro de Asia y fue introducida en Europa por su utilidad.
La gran productividad de les zonas húmedas se manifiesta en la total renovación anual de la parte aérea de las grandes hierbas y en la gran biomasa que adquieren las bacterias y los diferentes grupos de invertebrados. Entre los vertebrados abundan las aves y los anfibios. El carrizal acoge un gran número de animales que encuentran refugio y alimento en él, especialmente aves como el carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus), el ánade o pato común (Anas platyrhynchos), la polla de agua (Gallinula chloropus) y el zampullín chico (Tachybaptus ruficollis).
El ánade común, la polla de agua, la gaviota argéntea (Larus michahellis), la garza real (Ardea cinerea) y el zampullín chico son aves que pueden verse en las zonas húmedas del Bages durante todo el año, pero sus poblaciones se reducen en verano. El cormorán (Phalacrocorax carbo) sólo permanece en nuestros ríos en invierno, mientras que el carricero tordal (Acrocephalus arundinaceus) es una especie nidificadora estival. Existen diversas especies de aves, como el flamenco (Phoenicopterus ruber), que realizan su viaje migratorio siguiendo los valles fluviales y ocasionalmente paran en alguna de las zonas húmedas de la comarca, tan sólo por unos días, para recuperar fuerzas.
Las zonas húmedas son una reserva natural de agua y contribuyen a estabilizar el lecho del río al proteger las orillas de la erosión. También actúan como depuradoras naturales del agua contaminada con materia orgánica o con exceso de nutrientes minerales. Por desgracia, a lo largo de la historia los humedales han tenido muy mala fama porqué son el hábitat del mosquito Anopheles maculipennis, el transmisor del paludismo o malaria, un enfermedad grave que actualmente está prácticamente erradicada de Catalunya.
A pesar de los aspectos beneficiosos de las zonas húmedas, muchas de ellas se han eliminando por intereses productivos humanos, principalmente a lo largo de los siglos XIX y XX. Se drenaron humedales para conseguir pastos, campos de cultivo o espacio para el crecimiento urbano. En el Moianès tenemos, como ejemplo de drenaje, el que se realizó en L’Estany en las postrimerías del siglo XVI. Por otra parte, muchos tramos de río se han canalizado o han sufrido el impacto de la contaminación urbana e industrial.
Afortunadamente, las zonas húmedas son ecosistemas altamente dinámicos, que pueden regenerarse naturalmente con gran rapidez. Esto ha favorecido las actuaciones de restauración ecológica en qué, hábitats que se encontraban en un claro proceso de degradación, se han conseguido recuperar en poco tiempo. En la comarca, el trabajo conjunto de grupos naturalistas y ecologistas -entre ellos la propia ICHN- con la administración pública permitió llevar a cabo, en la década de 1990, la restauración de la zona húmeda de la Bóbila en Santpedor, del meandro del Llobregat en Castellbell i el Vilar y de la zona húmeda de la Corbatera en Sallent. En Les Torres (Sant Joan de Vilatorrada), aprovechando la construcción de una vía férrea, se amplió la zona de humedal. En la década del 2000, un proyecto denominado Vía Verde promueve la mejora del entorno de la acequia de Manresa y su adecuación como área de recreo.
Plano de las zonas húmedas del Bages en las que se han realizado actuaciones de mejora de hábitat
Otros pequeños humedales del Bages son el que ocupa parte del antiguo estanque que da nombre a la población de l’Estany, el embalse de Argençola (Castellnou de Bages) y los embalses de la riera de Calders en la colonia Jorba, en Bellveí (Calders) y en Navarcles. El estanque artificial de L’Agulla (Manresa), aún con el fondo pavimentado y en consecuencia sin vegetación en las orillas, acoge habitualmente varias especies de aves asociadas a las zonas húmedas.
[Jordi Morató, Oriol Oms, Florenci Vallès y Jordi Badia con la colaboración de Marc Vilarmau]