Lagartija roquera

Podarcis muralis

La La lagartija roquera o de pared (Podarcis muralis) se confunde fácilmente con la lagartija común o ibérica (Podarcis hispanica) porque, además del parecido, ambas especies poseen coloración variable, incrementada por el dimorfismo sexual, y un comportamiento esquivo. Un observador experto distingue a la lagartija roquera por su cuerpo relativamente más robusto, la cabeza en posición más alta y el hocico menos alargado que los de la común. La cola mide el doble de longitud que el cuerpo. Las patas y los dedos son relativamente largos. El color dominante es el marrón, salpicado de gris y marrón oscuro en manchas que comprenden diversas escamas, variable entre individuos y sin tonos verdes. Especialmente los machos suelen presentar una línea vertebral discontinua oscura, mientras que en los laterales hay un retículo claro sobre fondo oscuro.

La lagartija roquera se mueve en contorsiones ágiles y rápidas, bailando el rock.

Caza y se alimenta de artrópodos –escarabajos, langostas, arañas, miriápodos…-, aunque a su vez puede ser presa de serpientes o de aves rapaces. Si la ocasión lo requiere, al ser atacada puede desprenderse de la cola y dejarla a merced del depredador, a cambio de salvar la vida. Es el caso del ejemplar de la imagen –un macho adulto- que muestra la cola seccionada, más corta de lo habitual.

La lagartija roquera vive en tramos rocosos entre bosques y en muros artificiales en zonas montanas. Se distribuye por Europa incluyendo el norte de la península Ibérica, en cambio falta en las áreas mediterráneas de la península. En Cataluña la lagartija roquera es propia de las comarcas septentrionales, más húmedas. En el Bages ha sido citada en el área de Moianès y en el PN de Sant Llorenç del Munt i L’Obac, aunque no en Montserrat ni ha sido vista en el Pla donde es sustituida por la lagartija común. En cualquier caso, los límites de distribución entre ambas especies tienen que tomarse con precaución porque son difíciles de distinguir con certeza si no se capturan.

[fotos Jordi Badia]