Los pinares

LOS PINARES: BOSQUES TRANSITORIOS

A pesar de los incendios, los pinares de pino carrasco más o menos puros, como éste en el valle de Rajadell, aún mantienen grandes extensiones en el Bages.
Pinar de pino negral en la umbría del arroyo de Marfà (Monistrol de Calders)

Actualmente el pino carrasco (Pinus halepensis), y en menor medida el pino negral (Pinus nigra ssp. salzmannii) y el pino albar (Pinus sylvestris), suelen ser los árboles dominantes en las masas forestales de la comarca de Bages, pero se cree que serían mucho menos frecuentes en los bosques que correponderían a la vegetación potencial, en la cual, probablemente, sólo dominarían en las zonas erosionadas con suelos esqueléticos. Los pinos son ahora tan abundantes por su gran capacidad de dispersión, su crecimiento relativamente rápido y sus escasas exigencias con respecto a la calidad del suelo. Todas estas características les convierten en colonizadores muy eficaces de las grandes extensiones agrícolas que fueron abandonadas, sobre todo a lo largo del siglo XX. Además, la expansión de los pinares también ha sido favorecida directamente, plantando pinos y disminuyéndoles la competencia desbrozando toda planta leñosa que se encontrara debajo. El pino negral, que requiere suelos más húmedos que el pino carrasco, antes de los incendios de la década de 1990 ocupaba grandes extensiones en las zonas montañosas del norte de la comarca. El pino albar, con requerimientos hídricos superiores a los del pino carrasco y a los del pino negral, domina aún en gran parte de la comarca de Moianès.

Pinar de pinos albares esbeltos en Marfà (Castellcir)

Los hechos clave que demuestran que la mayor parte de nuestros pinares son comunidades vegetales transitorias, es decir, que si no son alteradas tienden a desaparecer transformándose en bosques de encinas y robles, son los siguientes:

a) Bajo los bosques cerrados de pinos viejos no crecen pinos jóvenes, pero en cambio crecen robles y encinas jóvenes.

b) Bajo los bosques densos de encinas y robles es muy difícil encontrar un pino joven; si aparece alguno es siempre en lugares que, por uno u otro motivo, han quedado poco sombreados.

En la continua lucha por la luz que tiene lugar en nuestros bosques, a la larga, los pinos siempre acostumbran a ser desbancados por encinas y robles, los cuales forman bosques permanentes si no son sometidos a alteraciones profundas (desbroces, incendios frecuentes…) y el clima no cambia sustancialmente. Los estudios de la variación del polen durante el holoceno (últimos 10.000 años) demuestran que, justo antes de la expansión de la agricultura, los pinos eran mucho más escasos que actualmente.

Robles creciendo a la sombra de los pinos (pino carrasco y pino piñonero) en el bosque de Suanya (Manresa). La situación inversa nunca se da. Si no existen perturbaciones, tarde o temprano los robles dominarán el bosque.

Dado el carácter secundario de nuestros pinares, no es de extrañar que, así como en los casos del encinar y del robledal nos hemos referido a un conjunto de plantas que suelen vivir asociadas a los respectivos árboles dominantes, en el caso de los pinares, esto no es posible. Bajo los pinos podemos encontrar matorrales, prados secos, coscojares y zarzales. También pueden haber robles y encinas jóvenes (con sus plantas asociadas), los cuales, si se permite progresar el proceso de sucesión, a la larga constituirán encinares y robledales que sustituirán a los pinares. De los pinares sólo podemos decir que son comunidades vegetales en las que dominan los pinos. La escuela sigmatista, estrictamente, no los considera bosques, sinó que habla de un matorral de romero con pinos (a menudo para referirse a los pinares de pino carrasco se utiliza el término matorral arbolado), un coscojar con pinos, etcétera. Los pinares, especialmente los de pino carrasco, condicionan poco la vegetación que crece debajo, ya que las copas de los pinos sombrean poco. La sombra de los pinos está llena de claros y, por tanto, es soportable para la mayoría de plantas. Esto es válido especialmente para los pinares viejos, mientras que en las poblaciones densas de pinos jóvenes la intensidad de la sombra aumenta.

Margas azules erosionadas en forma de bancales o «xaragalls» en Ferreroles (Castellbell i el Vilar). Probablemente, en la vegetación primitiva, el pino carrasco tan sólo dominaba en ambientes como éste.

Los pinos dan poca sombra y, debido a la resina que contienen, queman cual grandes torchas. Pese a estos inconvenientes, también tienen virtudes: son estoicos colonizadores capaces de vivir en suelos esqueléticos y, por lo tanto, son una buena arma por luchar contra la erosión; aportan materia orgánica que a la larga contribuirá a la mejora del suelo y al posible arraigo de especies con mayores exigencias edáficas y, su sombra, a pesar de ser poco densa, mantiene unas condiciones de humedad superiores a las del campo abierto que favorecen la germinación de semillas de plantas de los encinares y los robledales. Se ha dicho que los pinares preparan el terreno a los encinares y los robledales. Esta afirmación, referida a suelos alterados y considerada a largo plazo, suena evidente; pero hay que tener en cuenta que una vez robles o encinas ya recubren la mayor parte del suelo, se llega a una etapa, que puede durar décadas, en la cual los viejos pinos que crecen por encima dejan de ser protectores para ser tan sólo competidores. En este punto de la sucesión, una tala selectiva de los pinos o un incendio que mata totalmente los pinos, pero sólo afecta la parte aérea de robles y encinas, pueden acelerar el proceso que conduce a la vegetación potencial.

Un pinar uniforme de pino carrasco ocupa extensamente la solana de la Pòpia del Montgròs y La Melera, en el municipi de Sant Salvador de Guardiola, 44 años después del incendio de Rajadell de 1980.

Mientras que el pino carrasco es una especie claramente autóctona, el pino piñonero (Pinus pinea) al parecer fue introducido en Catalunya en época antigua (romana?) procedente del Mediterráneo oriental (Creta?). Actualmente se encuentra totalmente naturalizado en nuestro país. En el Bages, el pino piñonero no presenta una distribución uniforme, sino que se distribuye en áreas disjuntas en las cuales es frecuente, ya sea como especie acompañante o más raramente dominante, mezclado con el pino carrasco.

Los humanos, en general, valoramos más el pino piñonero que el pino carrasco y motivos no faltan. Tanto una especie como otra producen piñones comestibles, aunque los de la primera son mucho mayores (el pino carrasco tiene el mal nombre de pino bastardo en relación a este hecho). Los troncos del pino piñonero son más rectos, su madera es de calidad superior y, desde el punto de vista estético, también es muy valorado por su copa regular más densa y de un verde más intenso que la del pino carrasco. A todo esto aún podemos añadir un par de hechos no tan conocidos: el pino piñonero soporta mejor las bajas temperaturas (la ola de frío del enero de 1985 mató muchos pinos carrascos en el Bages, pero ningún pino piñonero) y las orugas de la procesionaria lo atacan mucho menos que al resto de pinos.

[Florenci Vallès con la colaboración de Jordi Badia, Oriol Oms, Xavier Idígora, Ramon Solà y Marc Vilarmau]

  • Ver el artículo «Quatre pins«, en catalán, de Jordi Badia.